Hoy soy capaz de sentir la necesidad de buscar palabras, o
quizás de buscar en ellas, un sentido a ciertas circunstancias acontecidas. Circunstancias
o momentos de gran carga energética, en los que soy plenamente consciente de
la grandeza del ahora. Una conexión que trasciende a la cotidianidad, en la que la propia esencia valora lo racional desde otra perspectiva. Todo sucede tan
rápido, sin un orden y un tiempo determinado, que solo da tiempo a sentir la perplejidad
del factor sorpresa.
Muchas de estas experiencias las sigo recordando, aún sin
saber el por qué son tan únicas. Algunas experiencias de este calibre se dieron
al ponerme de manifiesto la esencia de otro ente racional. Es una sensación
inexplicable. Sentir una cierta conexión de ambas energías vitales, acompañada
de una gran ternura y de un sinfín de sentimientos más, que hacen que valore de
manera palpable la complicidad establecida con el otro. Ello se pone de
manifiesto en unas circunstancias propias, y es esa relación, del ser con el
ahora, las que generan la grandeza de lo sucedido. Es curioso cómo se puede
generar tal unión con alguien desconocido, incluso con alguien que no vuelves a
ver jamás. Pero a veces, esa conexión lleva al contacto continuo con esa
persona, y es en ese momento en el que te das cuenta del sentido que tiene
haber conectado momentáneamente con ella. Es como una especie de aviso que
ayuda a vincular a ambas personas, a hacerlas coincidir en un camino que podía
haber divergido, si las leyes de la física hubieran seguido por otro camino. No
lo valoro como una especie de destino, sino como una fuerza física capaz de
anclar cargas energéticas, al igual que un polo negativo muestra su atracción
hacía un polo positivo. O como un átomo de Carbono tiende a interactuar con uno
de Oxígeno.
Hoy he vuelto a recordar una de esas conexiones, o
desconexiones, según desde el punto que se valore. El lugar protagonista estaba
sustancialmente lleno de personas; mi consciencia abandonó aquel lugar en el
momento que me giré y coincidí con la mirada de otra persona. Coincidieron
ambas miradas, y durante unos minutos nadie dijo nada. La desconexión con ese
ahora la viví con una grandeza desmesurada, observando a ese ente con otra
mirada distinta a la que suelo observar a la masa. Sentí esa extraña conexión,
que en algún momento terminó por desvanecerse. Cuando ese momento pasó a formar
parte del pasado, quedó en mí una sensación de plenitud incomprensible. Ambos
convergimos en un punto, para luego divergir hasta el momento. Pude comprobar
si esa sensación fue recíproca, y quizá fue esa comprobación la que me dejó aún
más perpleja. Solo podemos valorar la grandeza de lo sentido por nosotros
mismos, pero lo verdaderamente maravilloso es recibir una afirmativa de haber
sentido un ‘’algo’’ extraño, por dos extraños, en un momento extraño, y a la
vez.
Personas, momentos, lugares, conversaciones, que te hacen
desaparecer momentáneamente de ese ahora, que te hacen trasladar a una
dimensión paralela, donde la simplicidad de la vida parece real.
Por eso hoy necesitaba buscar palabras, para encontrar en
ellas un respaldo para poder valorar la grandeza de la existencia humana.
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